Archive for May 2019

NALGAS VIVAS

May 23, 2019

 

NALGAS VIVAS

 

Pequeña ninfa en camiseta y vaqueros, tatuajes y chupa de cuero, cremalleras de los deseos, marcando turgentes senos, voluptuosa en carnes, faz hecha en algún cielo, ojos por brillantes, que han hecho pedazos a más de mil amantes, y a millones de paganos han vuelto conversos.
Ardilla que brilla en mi arboleda, sabes que no soy de piedra, en mi buhardilla, nena risueña.
Mi pluma vuela caricias sobre tus senos libres al viento, lengüetazos dan mis pupilas a tus nalgas vivas, mientras una dorada serpiente dorada por tu cuerpo avanza, ojos verdosos de caracolas danzas, pierdes la noción de Abril cuando entro en ti, mi niña descalza, no te pongas las bragas, que sin sostén a tu figura más magnitud mis versos alcanzan.
Tatuadas en mi alma las aureolas de tus rojos pezones de corazones formas, ¡que son tus movimientos lentos los que me mantienen vivo!, entre tacones de aguja, cabello largo y mi destino…

 

Eduardo Ramírez Moyano

 

 

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DOS

May 22, 2019

 

DOS

 

– Ufano paroxismo carnavalesco, Lenso -decía el más alto.
– No hace falta que lo jures… -le contestaba éste resueltamente, mientras se fijaba la prótesis en el dorso.
En ese instante, una banda de ateos puros anticlericales comenzó a abrirse paso entre las tribus, despreciando por completo todo tipo de pancartas.
– ¡Corre, Leo, que vienen los Coxners! – Gritó atemorizado Lenso – ¡Vamos! ¡Por allá! – Indicando el callejón de las recogedoras de semen – ¡Date prisa!
– No creo que nos perciban… Antes tendrán que cruzar por la zona bohemia, donde los perroflautas y los pintamonas les incordiarán durante un buen rato -razonaba sereno Leo.
Unas tres tribus más abajo, la extraña pareja volvía a su aún más extraño asunto: El pétalo de Nai.
– ¡Toma! ¡Ponte a recargar los iris de Marta! Los querrá cuando lleguemos… Nunca ha entrado en una celebración sin ellos -prosiguió Lenso. Y, sin pensárselo un segundo, Leo metió las prótesis en su plasma y activó la función de desinfección vírica.
– Veo que te lo has tomado en serio -agregaba Lenso, advirtiendo el monumental flujo de datos que atravesaba verticalmente la membrana viso-espacial de Leo.
– Tu frecuencia también es anormalmente elevada -contestaba ruborizado éste desde abajo -¿Cómo será? ¿Qué sentiremos? – prorrumpió meditabundo.
-Lo único que sé es que disfrutaremos de treinta y cuatro leyes más -sentenció en tono práctico y tosco Lenso. De repente, su panel lateral lanzó un pitido turbador como aviso en ultimátum: ¡Cinco minutos! ¡Repito! ¡Cinco minutos! – ¡No vamos a llegar, maldita sea! ¡Aún tenemos que cruzar el barrio obrero en temporada ecoterrorista y el recinto campana de Gauss! -emocionalmente estresado.
Tras de ellos, una potente neo-realidad se alzó ahora de golpe:
– ¡Subid, vamos! ¡Que no vais a llegar a tiempo! -gritó Marta desde las alturas. Y el dispositivo los introdujo con severidad en la cámara de fotones. -¡Venga! ¡Daos prisa! -Titubeó un poco -¿Portáis el pétalo de Nai?
– ¡Sí! -respondieron al unísono.
– Pues… ¡Por el poder que me ha sido otorgado, y que los vandálicos me quieren robar, yo, funcionaria del Estado Malión, os declaro casados, robot y robot!
– ¡Tomad, en este disco tenéis el certificado! ¡Suerte! -concluyó. Y, elevándose, la nube de polvo tóxico se esparció a ambos lados de una ciclópea fuente holográfica, dejando a los dos robots envueltos en un dinámico beso de prolongación aleatoria (o definida, según guste al lector).

 

Eduardo Ramírez Moyano

 

 

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LA NIÑERA

May 16, 2019

LA NIÑERA

 

Niña de ensueño, hija de la Tierra, cuando tu minifalda el viento levanta y el jardín del Cielo por un instante me muestras…
¡Ay, niña de seda, de gravedad ardiente teñida entera, cuando tus globos lácteos a mis suspiros acunan, mi niñera! Perla en tanga azabache, como tus rizos, quién te quisiera rozar, cuando mi piel erizo en tu tocar, ojos de pezones, cual veneciano antifaz, que mi paz alborota; ay, niña, en cada rima, fuego naranja en tus curvas prohibidas, que inflaman el velero de nuestras sacudidas, se rocía de deseo la flor lila del Universo, el licor de nuestros cuerpos en dicha derretida y furor carnavalesco.
Tus nalgas son mi adoración, amor, y mi corazón se derrite por tu entrepierna abierta, jugosa, carnes voluptuosas de hembra, felina divina, olisqueo tu sexo, como si fuera lo último en este mundo que Dios nos ofreciera, flor de lis, concha eterna, haz de mí lo que deseas.
Escarlata en pompa, se desata nuestra pasión en corrientes, gemidos y olas; tu cuerpo desnudo me muestra la gloria, suspiros suspensos a deshora, me pierdo en los ojos azules de la aurora, y tu sudor recojo para beberte ahora, en el cuenco sagrado de tu concha, hija del pecado, madre del amanecer empalmado, vulva de vino vertido con halago, haz que me vuelva a sentir vivo a tu lado.
¡Nalgas de mi adoración! Por tu entrepierna se derrite mi corazón…

 

Eduardo Ramírez Moyano

 

 

 

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¡PÁNICO!

May 14, 2019

¡PÁNICO!

 

Desperté, no recordaba nada, sólo sentía un fuego abrasador en las sienes y un terrible dolor en las muñecas, la frase: «Después te hallarás mucho mejor», repitiéndose una y otra vez en mi cabeza como si alguien me lo estuviera susurrando y el desolador graznido de un cuervo tras la reja de un ventanuco a mi izquierda. Veía borroso y en penumbra, intenté moverme y no podía, estaba atado a la cama, grité: ¡Ayuda! ¡Auxilio! Y el silencio me escupió un desértico graznido desdeñoso. Lloré hasta tragarme mis lágrimas… Parece que la emoción sódica por mis mejillas me hizo reaccionar e intenté levantar la cabeza, el haz de luz de la luna en penumbra me permitía ver medio suelo y una puerta entreabierta…
Entonces comencé a oír lejanamente lo que debía de ser un animal de cuatro patas caminando lenta, muy lentamente hacia donde yo me encontraba. Un perro – pensé – voy a ser devorado sin más por un perro- Pero los minutos pasaban afilados como hojas de afeitar, sin vuelta atrás, y me veía como un moribundo cada vez más cerca de su final.
Por fin, cuando quedaban unos metros, se cerró la portezuela de la ventana en un golpe de viento y el habitáculo quedó completamente a oscuras.
-¡¡Agg!! -grité de pánico…
Duró una Eternidad mi alarido, hasta que intenté tranquilizarme y poco a poco fui bajando el tono de mi propia voz. Entonces hubo silencio. Un silencio sepulcral, que en mí se traducía en agonía… No se le oía. Mi corazón palpitaba como un tambor en una caja cerrada… Intenté levantar la cabeza y mirar hacia la puerta… De repente, un golpe seco abrió el ventanuco y mi mirada cayó en… ¡Dios, Dios! -grité espeluznado: Era un enano deforme, jorobado sería un elogio, con una cabeza completamente quemada, plena de gigantescos bultos y pliegues sobre pliegues, un ojo del tamaño de un balón mirando hacia un lado y el otro mirándome fijamente a mí, dientes exageradamente torcidos, largos y montados, dos agujeros por nariz…¡ Una monstruosidad como no había visto en mi vida! ¡Y me miraba fijamente, Dios sabe qué me iba a hacer!
No tenía tiempo para pensar. De repente, oscuridad total.
– ¡No, no, no! -grité hasta romperme las cuerdas vocales, giré la cabeza a los lados sin parar.
Yo ya era un poseso, no quería que se abriese el ventanuco, pero la sombría noche tenía previsto volverlo a abrir de par en par:
¡La cara de la monstruosidad se encontraba a medio palmo de mi cara, babeándome por un agujero debajo del labio inferior y chorreándome sudores de su carne más quemada de la frente, pareciendo como que se riera con sus enormes y amarillentos dientes montados!
Ya estaba fuera de mí, ya no era yo, sino un pelele sin voz ni oído, ojos cerrados, girando la cabeza a una velocidad nociva.
No sé cuánto tiempo pasó, pero calculo que bastante, hasta que dejé de girar, sin fuerza apenas, la cabeza y ya no notaba líquidos ni pastas sobre mí, ya no se oía nada, por fin, abrí los ojos… Estaba a oscuras, pero yo notaba la presencia de alguien. Levanté con gran dolor y dificultad la cabeza, y en el hueco de la puerta había un hombre gordo apoyado, con aspecto desastrado, cara de alucinado y ojos y mirada de borracho, pero ademanes de romántico, alternado con un movimiento de manos de jugador de Bolsa, una mezcla muy extraña:
– Sabes cuando entras, pero nunca cuando sales -Dice gravemente. Me llamo Carlos. Esta es la primera norma.
– Ahora te lo voy a decir en francés… -Añade ampulosamente: Vous savez quand vous êtes venu, mais vous ne savez jamais quand vous alle.
Al menos, parecía que ya no corría peligro mi vida. Y Carlos entró, me dio la espalda y se sentó en una silla junto a la cama de al lado.
Durante media hora mantuvo una conversación delirante sobre delfines y meigas; yo lo único que pude sacar en positivo es que a mi habitación se le llamaba «la habitación maldita». Cuando terminó su charla, se fue. Y a mí me venció el sueño…
Por la mañana, se nos despertó a todos a la vez, y como en una colmena, cada uno iba saliendo de su celda, a la mía vinieron dos ayudantes y un señor con barba y bata blanca, que me explicó: Estás en un hospital psiquiátrico, lo de las sienes se te pasará, es producto del electroshock, por eso no te acuerdas de nada. Estabas muy deprimido y te rajaste las muñecas: ¡Míratelas!
Entre los tres me ayudaron a salir al pabellón, donde había todo tipo de criaturas: la monstruosidad, cogiendo colillas del suelo, un engendro sin dientes alternando carcajadas y suspicacia, ex presidiarios plenos de tatuajes, muchas cicatrices y mucha deshumanización…
Esta historia me la contaron tal cual, acaecida en el hospital psiquiátrico de San X. Parece mentira que en pleno siglo XXI sigan existiendo «zoológicos» para enfermos mentales como éste.

 

 

Eduardo Ramírez Moyano

 

 

 

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TODAS LAS FLORES DEL MUNDO

May 9, 2019

 

TODAS LAS FLORES DEL MUNDO

 

Bajas lentamente por mi entrepierna cuando comienza a amanecer…

Suave brisa sin tanga ni camisa, tensando mis testículos, que rezan a las diosas del don de los culos, adoración de como yo algunos, mientras sonríen volutas tu gruta y gloriosos metes tus mofletes, sin más lencería que tu piel dorando el día, sonrisas, nalgas y picardía…
Tus caderas mis cadenas en puro ardiente mediodía… Soles de senos se diría, cuando sales a la escena de mi vida, ¡qué gloriosa maravilla!, me haces creerte eternamente mía, serpenteando cual perfecta y sibilina; te abres, te cierras, ardo entre llaves y agujeros de seda, se torna azulada la tarde y nuestros huecos se alimentan…
Llega un viento cobarde a eso del almuerzo, te retuerces, me retuerzo, nos miramos fijamente y, entre jadeos, llegamos al punto y se hechizan todas las flores del mundo.

 

Eduardo Ramírez Moyano

 

 

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VIDEOCÓMIC NINE

May 7, 2019

 

VIDEOCÓMIC NINE

 

Se encontraba sentado, algo despistado, ladeado mientras acariciaba a su mascota, un conejo-zeus blanco de grandes ojos rojos, una de las pocas especies que no había desaparecido en el planeta, y en verdad el número era elevadísimo. Entonces miró hacia la esquina derecha del monitor. Era una señal de aviso. Dejó con cuidado, aunque no sin celeridad, a la mascota en su cesta y fue al baño corriendo.
Luces artificiales llenas de contaminación entraban por la ventana del salón de forma oblicua. Ni un sólo árbol se veía desde la misma. Sólo calles, transportadores de todo tipo y edificios a los cuales no alcanzabas a ver el final, plenos de hologramas y carteles luminiscentes con algunas letras tapadas por nubes de humo que manaban las alcantarillas. Los niveles de radioactividad en el exterior de la casa eran los normales, no obstante.
Terminaba de untarse la pomada especial para Videocomics y a continuación se enfundaba en la doble piel, llena de sensores y cables. No quería entrar tarde… Y además, por alguna razón especial, tenía la intuición de que esta nueva mazmorra, creada esta misma semana, no sería demasiado difícil, desde su punto de vista de amplia experiencia en tantas otras.
Como todos los miércoles a las ocho de la tarde, se tomó la pastilla para el mareo virtual y se colocó las gafas craneales. Cerró el puño izquierdo y gritó su contraseña con tono de guerrero: Axón-346J
– ¡Listo! ¡Ya estoy listo! -agregó al grupo, que todavía esperaba a dos más: un paladín y una druida.
Vicente también era un paladín, pero se necesitaban varios para tirar a un demonio de primera clase, para conseguir llevar a término una mazmorra de clase heroica, y aún así pocas veces se conseguía pues la organización y coordinación debían ser perfectas (y siempre se colaba algún nuevo con energía y esperanzas, pero se necesitaban 15 personas y no siempre estaban disponibles todos los miembros del clan). Además, las instrucciones que circulaban por la red eran a menudo confusas, cuando no contradictorias. Es normal, los pocos que habían conseguido hacer con éxito una mazmorra, mostraban en sus indicaciones más o menos hincapié en lo que ellos creían que había sido más crucial para tirar al Mal.
El cielo era oscuro y anaranjado en el exterior. Y los pequeños puntos no eran estrellas sino aeronaves pululando como polillas hacia las débiles luces del horizonte.
– Tranquilo, Celsius (su alter ego), aún faltan dos por llegar -le dijo el líder al grupo.
– ¿Qué? ¿Son nuevos? -contestó malhumorado.
– Sí -agregó con resignación- un paladín y una druida.
– De paladines vamos sobrados, pero la druida como no tenga mucha experiencia…
– Dice que ya hizo esta mazmorra… El lunes -interpeló.
– Entonces me callo y recemos al dios de la cibernética.
– Y a nuestras propias habilidades… -añadió el cuarto paladín en importancia del grupo.
El cielo del inframundo era más vistoso que el natural. También más imprevisible y atractivo. Por ello tantos se adentraban. La gente necesitaba vivir otro mundo al margen del real y la empresa inframundos-dax ofrecía todo lo imaginable. Es cierto que había otras, realmente había muchas pero ninguna con el éxito de inframundos-dax. Y el Videocómic Neworld Nine era, con mucho, el más famoso y usado en todo el planeta, a pesar de que estuviese al margen de la legalidad. Pero sólo éste lo estaba, el resto de videocomics eran completamente legales, incluso los había, y no pocos, para niños pequeños. Únicamente se trataba del videocómic Nine. La empresa, por su parte, se escudaba en que el videocómic nine no había sido creación de ellos, y en cierta medida tenía razón pues los ejemplares había que comprarlos de manera ilegal cada mes a los piratas del metro.
– Un momento -dijo Celsius. Y se quitó las gafas craneales.
Aprovechó para acariciar a su conejo, mientras pensaba: Los druidas son muy importantes para tirar al Mal. Mientras fruncía el ceño.
Fue y se lavó la cara. A continuación se puso las gafas.
Levantó los brazos y unas alas cristalinas le permitieron alzar el vuelo. Ascendía desde un cementerio donde fantasmagóricas figuras se acercaban. Alcanzó una altura considerable, desde la cual se veía el bosque entero, semiquemado, pleno de blanquecinos troncos que parecían fantasmas y esqueletos de animales muertos. Allí no estaba en peligro, al menos por ahora. Y se dispuso a ordenar su equipo, mientras oteaba a su alrededor. El grupo había quedado en el altiplano de la perla ensangrentada y hacia allí volaba, sintiendo el aire en su cuerpo, la gravedad, los olores. Cruzándose con otros adictos al videocómic…
El ritual de la llave ya se estaba procesando, es decir, estaba el grupo preparado.
Celsius afirmó al tiempo que observaba desde las alturas una lucha entre orcos y elfos en el valle de las lágrimas.
Todos hablaban de la forma de realizar la mazmorra, pero Celsius se fumaba un cigarro mientras flotaba hacia su destino con sensaciones de fluir por su cuerpo sin igual y algo de vértigo. Adoraba esa sensación.
Por fin estaban todos juntos ante el pórtico de la mazmorra. Y, tras los correspondientes saludos y alardes, entraron…
Era un pasillo ancho que se dividía en dos. Antes de pensar en algo, comenzaron a salir arañas gigantescas sin cesar. Apenas les dio tiempo a reaccionar y cada cual hizo lo que pudo: Los paladines atacar, los druidas sanar a los paladines y guerreros…
– ¡Ah! -gritó Vicente. Un rasguño apareció en su brazo, se agachó y una guerrera zombi le golpeó en el estómago con una quijada.
Vicente tenía puesto el nivel de riesgo máximo en el fixi, pero luchaba con todas sus fuerzas como un Atila del siglo XXI, y seguido a ser herido, las sacerdotisas y las druidas le sanaban. Todo iba bien.
Escaleras abajo, habían recorrido las estancias y un tétrico teatro del horror. Algunas magulladuras del brazo izquierdo ya no podían curarse, así como los moratones.
Vicente reflexionó mientras esperaban escondidos el gran final, una especie de sapo gigantesco, lleno de tentáculos y espinas afiladas como sables; el sólo hecho de mirarlo, de verlo ahí quieto, aterraba. Vicente tenía helada la sangre. Era la primera vez que usaba el nivel de riesgo máximo jugando con nuevos. Y tenía miedo de que no tirasen al Mal y el Mal les tirase a ellos.
Por el momento, las indicaciones del líder y las aportaciones de la druida estaban funcionando correctamente.
Volvió a pensar en el instrumento de riesgo, hasta que lo resolvió suponiendo la partida como una más.
A la orden del jefe, entraron todos, en primera línea guerreros y paladines, estratégicamente sacerdotes y druidas… El monstruo había sido atrapado con una red magnética y una serie de hechizos, mientras las espadas, mazas y demás arte de la guerra le despedazaba el vientre. Todos coordinadamente. En perfecta comunión. Hasta que el conejo-zeus dio un salto y se sentó encima del intercomunicador.
– Ahora sale el rey de los Sapos, ¡no lo toquéis… ! Se tiene que quitar la corona -decía el líder.
Recién surgido semejante monstruo, Celsius, es decir, Vicente, comenzó a blandir su espada. Entonces el monstruo comenzó a agrandarse cada vez más hasta tener el tamaño de un edificio y le dio un pisotón.
Una descarga eléctrica provocaba un paro cardíaco en Vicente, que yacía muerto sobre la silla al lado de su conejo blanco, sin haber oído la indicación del líder.

 

Eduardo Ramírez Moyano

 

 

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TANTRA

May 2, 2019

TANTRA

Me abres galaxias entre tus piernas y obran pirámides tus pechos de fiera, desnuda eres mi dueña, y yo soy batuta volátil del que tus gestos espera, miradas, estrellas… Puntitos de luces que siento me clavas tras tus estelas, el cosmos hecho mujer en tanga turquesa, tu vientre es mi vergel, cuando olvidamos la siesta, por jugar a ver quién goza más, delirio azul de la esfera, apresa ya este fulgor que berrea, añil espiral de un Sol ultravioleta, tintes de tantos tonos en nuestros poros y nuestras muestras, ¡cuánto te adoro así, excitante, seductora y manifiesta! Y es la aurora una amazona brincando en días de gloria y fiesta.
Busca mi falo el Arco Iris de tu pubis rasurado, como césped sonrosado más abajo, en tu caverna de carne color naranjo. Sólo tú sabes que por ti aguanto, técnicas de contención para las reinas del amor, ¡Oh, Diosas, sólo yo sé que no soy el único en el retardo del orgasmo!
Abrimos y cerramos, salimos y entramos, círculos de fuego, fractales incipientes, palpitan los planetas y del tiempo me evado, tantra cósmico de espíritu elevado, agotamos el elixir de nuestros recipientes… Ya somos del Todo, algo nos ha superado.

 

Eduardo Ramírez Moyano

 

 

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VIDAS DE PAPEL

May 1, 2019

VIDAS DE PAPEL

El viento del atardecer eran chutes de adrenalina atravesándole las sienes. Andaba sin querer ser mirado, como un reptil… Era finales de Marzo, pero para él era comienzo de Abril.
Empezaba a lloviznar y los charcos salpicaban cabreo entre los transeúntes. A decir verdad, había estado lloviendo intermitentemente a lo largo del día y los telediarios también se habían encargado de advertir sobre vientos huracanados procedentes de a quien le importe. Porque a Tomás sólo le importaba ahora Dani.
– Los días nublados me gustan –cavilaba Tomás, mientras conducía hacia el parvulario para recoger a su hijo de la guardería.
– La lluvia me altera algo en la sangre que me vuelve más activo, pero el viento, el viento me mueve hacia mi destino como las velas de un barco pirata en mitad de un temporal oceánico -se decía Tomás volviendo del trabajo.
En ese momento, la radio del coche emitió la canción preferida de su…
– Tengo que llegar a tiempo, ¡maldita sea!, sólo me quedan dos horas para recoger a Dani y aún tengo que atravesar el dichoso túnel –se decía Tomás enfadado.

Con música clásica para intentar relajarse, salía del túnel en dirección a la guardería. Ahora se encontraba más tranquilo porque sabía que, a pesar del ajetreado día, no iba a llegar tarde para recoger a su hijo Dani.

Eran las 9 menos diez y Tomás, apoyado en su Ford, esperaba deseoso poder abrazar a su hijo. Desde el fallecimiento por cáncer de su madre, Dani era lo único importante que le quedaba en la vida.
– Tengo que enseñarle lo que es la vida… -se decía- Ya había dejado de llover y la noche era preciosa ahora. Dani sonreía mientras se dirigían a la casa de campo.
– Luna redonda, papá -decía el crío señalándola con la mano.
– Sí, redonda y blanca, luna llena…
– Quiero ir árbol bueno, papá –decía Dani en su reducido lenguaje.
– Claro, cariño, ya vamos –Y tranquilizó a Dani dándole besos y haciéndole cosquillas.
Tras aparcar entre los “árboles buenos”, lo bajó del coche y, después de caminar unos 100 metros entre la maleza, lo plantó delante del árbol bueno.
Se encendió un cigarro y contempló disfrutar a Dani jugando con la corteza del árbol, buscando el agujero de las bolitas.
De repente, Tomás se percató de que alguien se acercaba…
-No hay bolitas… -decía Dani- bolitas, bolitas…
– A ver si están aquí, más abajo, ¡sí, aquí hay, Dani!

Y aprovechó para atravesar veloz, pero con cautela, la maleza…
Era un vagabundo sentado. Se acercó despacio desde atrás y, con la maestría de haberlo hecho ya en ocho ocasiones, sacó un enorme machete y degolló sin problemas al anciano.

– ¡Papá, papá! -gritaba Dani, mientras su padre extraía con su experiencia de cirujano los ojos del muerto.
Dani empezó a llorar, pero su padre corrió hasta él, atravesó el follaje y le abrazó:
– He encontrado dos, ¡mira!, toma, este árbol está malo, ya no da bolitas.
Y, mientras Dani jugueteaba con los ojos del asesinado, Tomás se encargaba de valorar y limpiar toda la escena con una asepsia indescriptible, estudiada durante años, justo los mismos que la madre de Dani, su amada mujer, llevaba enterrada.

 

Eduardo Ramírez Moyano.

 

 

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