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CAPÍTULO V: NASU

febrero 28, 2022

Las noches son largas y llenas de terror vírico mutante constante, ya no se sabe quién gobierna en CoronaTierra si no es la mismísima saña del Uñado.
Corren los niños-bicho sin techo bajo la lluvia ácida del Invierno, vagan bajo las alcantarillas enmohecidas los bichos más desvalidos, mientras en los elevados rascacielos de los centros neurálgicos del mundo, cucarachas y mosquitos debaten el próximo punto del destino.
Un futuro distópico que parece haber sido delineado con una pluma 3D por los poderosos en algún foro secreto. Y ese hermetismo volvía locos a los niños-escarabajo, y en concreto, al gran Nasu, líder revolucionario, en busca y captura por terrorismo en varios Estados, que encabezaba virtualmente las multitudinarias manifestaciones en contra de las medidas tomadas por los gobiernos y había apoyado, de manera sibilina, las dos originales rebeliones navideñas de los niños-hormiga que tanto dieron que hablar.
Ese hermetismo de los dirigentes mundiales es también lo que hacía echar chispas a la Unimente, que no podía más… Ningún niño-mantis estaba dispuesto a claudicar, a ser marcado, a ser recombinado de nuevo en un «Centro de Alto Nivel», como pretendía la esfera dominante globalista.
En cuanto a Néstor, tenía suficiente con sobrevivir como niño-porcino un día más.

Eduardo Ramírez Moyano

Foto: Internet

CAPÍTULO IV: ORÍGENES

febrero 2, 2022

La última escena que recuerdo antes de la aparición del Coronavirus sobre la faz de la Tierra es estar sentado bajo una sombrilla, junto a mi novia, tomando un mojito frente a la playa de Lanzarote; después, todo se vuelve gris y los días se tornan negros.
Advertencias, peligros, televisión, noticias, pandemia, muertes…
Reúno todos mis ahorros y viajamos a un «Centro de Alto Nivel». Allí nos separan y ya no vuelvo a ver a Claudia.
En una aséptica sala recombinan mi ADN con ADN porcino. Esto lo supe luego. Después de mis primeras auto-lesiones en un apartamento alquilado de la metrópoli.

-Los cortes y la grasa que le descuelga las orejas y el labio inferior cada vez aumentarán -dijeron los doctores que me curaron las heridas en el hospital del centro.

-¿Por qué? – pregunté asustado. Todos callaron.
Cuando se hubieron despedido y me marchaba por el pasillo hacia la puerta, una enfermera asustada se acercó sigilosamente hasta mi cogote y me susurró: ¿Por qué? ¡Porque eres un niño-porcino! Lo siento, tenemos el deber de decírtelo… Son los efectos secundarios de la recombinación genética, que ya constituyen todo un síndrome, están surgiendo toda clase de horrores que clasificamos como niños-bicho. ¡Esos malditos centros son la demostración del fracaso más siniestro de la ciencia!

-¡Gracias, Elena! (Leí su nombre en la placa)

-¡Suerte, Néstor! Y recuerda, los de tu especie, si es que os podéis llamar así, sois extremadamente sensibles, ten mucho cuidado ahí fuera…
Volví a darle las gracias, esta vez acompañadas de un abrazo de agradecimiento. Y salí al aparcamiento.
Durante un lapso de tiempo me quedé parado y pensativo. El futuro que me esperaba era terrible, pero al menos ya conocía mi identidad. Ya sabía la monstruosidad que era o, mejor dicho, que habían hecho conmigo, en lo que me habían convertido.

Eduardo Ramírez Moyano

Foto: Pedro-Luis-Ajuriaguerra. Ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia (España)