Archive for noviembre 2021

CAPÍTULO III: VÍCTIMAS Y VERDUGOS

noviembre 17, 2021

Sueño con fuegos fatuos y charonias, palmeras y tréboles azules, elipses de mundos imposibles… Y, entonces, despierto… ¡Despierto en una jaula de acero entre charcos de sangre y niños-bicho desmembrados! Las moscas hurgan la carne, todavía caliente, y revolotean pertinazmente, pretendiendo meterse en las heridas que los flagelos de los niños-rata han rajado por todo mi cuerpo. No puedo dejar de oírlas zumbar, hasta que dos niños-cucaracha bien trajeados, impecables y relucientes, negros e inquisitivos, aseveran: ¡A éste no lo matéis todavía!
La frase resuena en mi cabeza: Todavía… Todavía me queda algo de vida. Mas cuando apenas he empezado a pensar que puedo sobrevivir, por ejemplo, trabajando, aunque sea duro, para ellos, ¡Santo Dios!, alguien abre el portón de la prisión y una veintena de niños-mosquito, babeando espuma y desorbitados los ojos de ira, comienzan a clavarme sus largos aguijones por todo mi ensangrentado y débil cuerpo, que ya casi no aguanta tanto dolor y veneno.
Antes del desmayo, mientras un velo de sangre baja como una cortina por mis córneas, consigo discernir a Luzbel en una esquina de la estancia, sentado en su trono y bebiendo de una gran copa mi líquido vital.

Eduardo Ramírez Moyano

Foto: El alarido del diablo (extraído de la exposición «AVATARES 2021», del mismo autor)

HALLOWEEN

noviembre 2, 2021

La noche de los muertos se me apareció en la cama un alma sin ropa ni documentos, sólo las ganas de jugar con mi karma y con mi cuerpo, estrella blanca sobre el terciopelo negro, danzando ante los focos del escritorio en plan «perreo». Serendipia escarlata, ¿estoy soñando?, ¿ya estoy despierto? Mientras reluce el carmín en sus labios, y el manantial de sus cabellos muy despacio meso, para hundir mi tacto en su piel y en sus ojos traviesos mi deseo, bebe del tazón sonriendo, el hada sin bragas, en la noche ardiente de los muertos, la caliente noche de los indefensos, que a la aurora, una morenaza de blanca tez nos roba una hora, madrugada verde picante de las hadas golfas, que me pierdo si me hablas en tantos idiomas, Serendipia, Musa Amazona, duende añil picaruelo, nos revolcamos por la alfombra sin freno, en busca de tus caramelos, y se me antoja voladora, cuando restregamos nuestros cuerpos, tus dientes blancos me hechizan, tus ojos rasgados me arañan, es tu ser, divina, el consuelo de mis cien batallas, así… ¡baila! ¡baila! ¡Que la Noche de los muertos no decaiga! ¡Hoy serás, princesa de las tinieblas, que mi espíritu febril pueblas, la concubina de mi madrugada para el recuerdo!

Eduardo Ramírez Moyano

Foto: Internet